Hace unas semanas os traje una reseña de El Café de las Leyendas, una novela de fantasía que lo está petando en redes y que nos habla de cómo una bárbara orca se retira de una vida de violencia y abre una cafetería en una ciudad. Me encantó y me sirvió como introducción para hablar de ese concepto tan nuevo que es el cozy fantasy.
En aquel artículo ya intenté adelantar una definición del término, todavía recién nacido, apoyándonos, sobre todo en su hermano mayor, el cozy mistery. Básicamente, el cozy mistery, algo más extendido, engloba novelas de misterio donde los detalles truculentos y gore son ignorados y donde la investigación se centra en protagonistas amateur y encantadores. Si usamos la ficción televisiva como ejemplo, podríamos fácilmente descartar Mentes criminales, CSI o Ley y Orden, series policiacas más clásicas, y pensar en otras como Se ha escrito un crimen o, incluso, Colombo, donde los casos eran tan simples que una escritora jubilada podía resolverlos y que la ‘carnaza’ era ocultada.
Si nos centramos en la base lingüística, cozy se podría definir como acogedor, cómodo, amistoso… De ahí que estas novelas oculten o, más bien, pasen de largo por los temas más desagradables. Pero claro, no puede haber investigación sin crimen, así que, aunque no se ahonden en los detalles más cruentos, la violencia no deja de estar ahí y los personajes se pueden encontrar con ella. El ejemplo más evidente es la saga de Agatha Raisin, de M. C. Beaton, con una treintena de novelas que se lleva publicando desde los años 90. En ellos, la protagonista es una editora jubilada que se muda a un pueblecito para disfrutar su retiro… Pero se aburre. No es hasta que una vecina muere y ella se mete, casi sin querer, en la investigación que se encuentra a gusto entre pueblerinos y coles.
En este subgénero, podemos encontrar detalladas descripciones de los entornos que, lejos de ser sórdidos, tenebrosos y peligrosos, como podrían ser en las novelas de misterio tradicionales, suelen ser coloridos, agradables y cómodos. Cozy. Los cottage (cabañas) de la campiña inglesa, antiguas casas señoriales, recargadas salas de té… son algunas de las señas de identidad de las novelas de Agatha Raisin.
¿Qué decir de los personajes? Para empezar, que no son tan encantadores como pueda parecer al principio. Todos sabemos cómo son los pueblos pequeños… y sus gentes. Aquí, parte de la trama secundaria va de cómo sus protagonistas se topan con las circunstancias propias de vivir en sitios pintorescos. Agatha Raisin cuando llega a su nuevo hogar se encuentra con que es la ‘de la ciudad’, la ‘rara’. Y, claro, eso lleva a que sospechen de ella cuando muere un vecino al poco de llegar. Aunque esto se puede usar en novelas de terror más o menos fantasiosas, aquí no deja de usarse como forma de remarcar el punto diferente y pintoresco del pueblo. Los personajes son muy suyos, aunque les coges cariño y sus riñas quizás sean porque el vecino está regando en época de sequía.
Creo, firmemente que este subgénero no deja de ser una respuesta al thriller de misterio de los últimos años. Cuando todo es oscuro y turbio, leer sobre una señora que hornea una tarta, mientras trata de resolver cómo murió el veterinario, tiene un punto refrescante y divertido. Tema aparte este, porque es muy habitual que estas novelas jugueteen con el humor, tanto en las situaciones que les ocurren a sus personajes, Agatha Raisin, de nuevo, tiene muy mala suerte, o en los propios diálogos de sus protagonistas.
Miss Marple, la protagonista en la que claramente se basan todo este ‘nuevo’ subgénero, ha regresado y lo ha hecho por la puerta grande con un montón de personajes entrañables y carismáticos, desde la ex canciller alemana Angela Merkel (de la que van a estrenar una adaptación televisiva) a la propia o la ya fallecida reina de Inglaterra. Así que coged la mantita, el chocolate caliente y abrir vuestro cozy mistery, que no os arrepentiréis.