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Os dejamos este artículo, escrito por nuestra asociada Lola Núñez, Lola es autora de literatura infantil y juvenil y editora de libros de textos. Suele hacer cuentacuentos y participa en decenas de eventos, charlando con lectores y educadores sobre cómo animar la actividad lectora en niños y adolescentes. Aquí os dejamos su reflexión sobre la lectura y las tareas escolares.
La lectura y las tareas escolares
Hace ya algún tiempo que las tareas escolares suscitan oleadas de opiniones, a favor y en contra, con matices y sin ellos. Desde mi perspectiva, como escritora y apasionada de todos los temas relacionados con la lectura, me he planteado una serie de cuestiones que pretenden avanzar en la valoración de la lectura como un medio de estimular la actividad autónoma de los alumnos más allá de la obligación de las tareas.
¿Es aconsejable considerar la lectura como tarea escolar?
La lectura siempre está presente en las actividades escolares, ya sea como herramienta para comprender qué hay que hacer y para llevarlo a cabo o como entrenamiento lector. Y está bien que sea así, porque es uno de los mejores “entrenamientos” para nuestro cerebro.
En relación con esto, me gustaría mencionar un artículo que leí sobre cómo la lectura pone en juego un buen número de funciones cerebrales y el valor que tiene como gimnasia para el cerebro.
Trataba sobre un estudio que se llevó a cabo en la Universidad de Emory en el que analizaron a 21 estudiantes durante 19 días, mientras leían Pompeya, de Robert Harris. Los investigadores sometieron a los sujetos a varias resonancias magnéticas tanto antes de leer como durante los días en que estaban leyendo. También los analizaron cinco días tras finalizar el libro.
El resultado fue que dos redes neuronales se activaron al comenzar con el primer capítulo y se mantuvieron activas durante todo el experimento, incluyendo los cinco días posteriores. Lo curioso, y sobre lo que están trabajando, es por qué se expande tanto el efecto, incluso habiendo terminado el libro.
Así que, la respuesta a la pregunta sería sí, sin duda la lectura debe tener un papel protagonista en la planificación de las tareas escolares para realizar en casa. Sin embargo, hay matices importantes sobre los que reflexionar. Por ejemplo, si las lecturas para casa se deben presentar como una tarea puramente escolar o como animación a la lectura, es decir, ofrecer la lectura a los alumnos como vehículo para el disfrute y para la adquisición de progresiva autonomía en la gestión de las propias rutinas de ocio y actividad, en general.
¿Cómo se pueden conjugar entonces ambos objetivos?
Pues ahí está el quid de la cuestión: si imponemos la lectura y pedimos que los alumnos realicen actividades muy escolares a partir de ella, podemos perder la perspectiva de disfrute personal, ocio activo y productivo que los libros nos proporcionan.
Hallar el término exacto entre la recomendación y la tarea no es fácil, pero será la única forma de que los niños vean la lectura como algo compartido en casa y en el colegio y como un vehículo de disfrute y crecimiento personal.
Siempre sugiero la idea de compartir libros, en el colegio y en casa. Leyendo, por ejemplo en voz alta, comentando las historias o “dejando la miel en los labios” de los lectores para que sean ellos mismos los que se decidan a leer y a probar nuevas lecturas.
En esta línea, se cuenta con poderosos aliados como son las bibliotecas y las librerías.
¿Y qué valor tienen las bibliotecas o las librerías para animar la lectura autónoma en los niños?
Cada vez hay más bibliotecas escolares en los centros y en las aulas. A través de ellas, los niños comparten libros entre sí y con sus familias, los comentan y van adquiriendo un bagaje lector muy rico.
En un ámbito más amplio, las bibliotecas públicas tienen un papel fundamental en la sociedad como proveedores de recursos de información (ajenos o propios, impresos o digitales, informativos o de ficción, etc.), pero tasar su valor resulta complejo debido a la amplia gama de servicios que prestan y a su naturaleza no lucrativa.
En la misma línea, las librerías han ido avanzando en su papel dinamizador de la cultura en el ámbito de la localidad o el barrio, han adquirido un enorme valor como lugar de encuentro de lectores de diferentes edades y como referente para el avance en el conocimiento. Además, la relación que se ha establecido entre las librerías y los agentes culturales (escuelas, bibliotecas y profesionales de la educación y la cultura) ha dado lugar a colaboraciones de las que han surgido iniciativas interesantísimas.
La participación de los niños y niñas en ese universo lector y cultural que los rodea es ya en sí misma una magnífica vía de avance en la autonomía lectora. Y constituye el ejemplo perfecto para que contemplemos la lectura, bien orientada, como una alternativa necesaria y motivadora a las tareas escolares.